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Perversa metáfora de la burka.
La burka es una maldad intrínseca, propia de una misoginia patológica que convierte a la mujer en una sombra, cuya existencia sólo se sustenta por el hecho de la procreación.
Ya lo descubrió Yasmina Reza en su observatorio literario del futuro presidente. Nicolas Sarkozy tiene muchos defectos, pero no posee uno fundamental: la falta de personalidad. O, lo que es lo mismo en política, la falta de autoridad. Muy al contrario, la presidencia de Sarkozy se ha ido significando por gozar del poder democrático, sin miedo a ejercerlo.
A diferencia de algunos políticos timoratos, que cuando asumen el cargo se asustan de su significado, el presidente francés no tiene este tipo de complejos. Lo cual conlleva sus riesgos, pero también algunas notables ventajas. Porque si hay algo tan demoledor para la democracia como el autoritarismo es la falta de autoridad. Sarkozy, pues, tiene agallas para ejercer el poder, y tiene agallas para aguantar sus consecuencias, y ello lo convierte en un político en el centro de la diana.
Es pronto para saber si fracasará en sus múltiples flancos, o será uno de los presidentes más importantes de la historia de Francia, pero algo es evidente: lidera los debates centrales de Europa. Y, sin duda, es uno de los pocos políticos que ejercen como líder del continente. Probablemente por ello, porque conoce su liderazgo, Sarkozy ha vuelto a atreverse con uno de los temas más sensibles del mundo actual: el lugar de la mujer en el islam. Y a diferencia de los gurús del multiculturalismo, que inundan los despachos europeos –y muy especialmente, los despachos españoles– de iniciativas paternalistas con el islam, Sarkozy deja claro lo fundamental: una cosa es la protección de la pluralidad de credos en una democracia, y otra muy distinta permitir la segregación de la mujer, con la excusa religiosa.
La burka es una maldad intrínseca, propia de una misoginia patológica que convierte a la mujer en una sombra, cuya existencia sólo se sustenta por el hecho de la procreación. Esa túnica que tapa completamente a la mujer, y la somete a un apartheid físico, social y visual, es la metáfora más precisa de la esclavitud. ¿Qué tendrá que ver Dios con este machismo enfermo y malvado? Y, sin embargo, usan a Dios para justificar esa maldad.
El uso de la burka en las sociedades democráticas es una burla a la democracia misma, y un reto a sus fundamentos. Porque detrás de la burka hay una ideología totalitaria que intenta imponer su razón, por encima de la razón democrática. Por supuesto, aunque nos vendan machaconamente el producto, no tiene nada que ver con la libertad individual. Al contrario, es la negación de toda libertad. En Francia lo saben, y deciden actuar.
Aquí, en cambio, practicamos el buenismo paternalista, y hasta damos subvenciones a imanes integristas. ¿Mujeres con burka por el Raval? Nada, pura diversidad solidaria, happening multicultural. Es lo que tiene el pensamiento débil. Que es débil, y no es pensamiento.
Pilar Rahola
La Vanguardia. Barcelona.
24/06/2009
PERVERSA METAFORA DE LA BURKA
Publicado por
MUJERES MAGDALA
agosto 09, 2010
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