Murmullos de panal de abejas irrumpidos por algunas carcajadas repentinas de secretos no audibles para todas. El taconeo punzante en la inquietud siempre presente en las piernas de la mujer. La divina organizadora de la visión decora los platos y las copas destinadas para el regocijo de "Baco". Así; como la que mi se inmuta de rodar la copa a punto de caerse, para no disipar su éter, que como vapores envuelven a un público cautivado.
Crujidos, risas, taconeo, mordisquitos coquetos que combinan con las féminas bandejas. Se celebra la cubertería y utensilios para el paladar, de delicados y regios diseños. Al contraste, en las cocina inmensas y toscas ollas dan la sensación de una maternal abuela que sin ningún rubor espera tragarse todo lo que arrojen en ella y las más pequeñas para brebajes extraños destinados para el encanto y la fascinación.Transcurre el encuentro entre vapores de memorias pasadas y tropiezos repentinos, así como alguna imprudencia frontal: ¡Estas fenomenal! y luego bajando la voz... ¿Te hiciste algún arreglito? y el extraño estupor estático se suma al juego del cosquilleo que empieza asomar el vino en las vidriosas miradas.
Recuerdos de lo que fuimos o deseamos ser. Sueños que retenemos en la memoria como un salvo conducto al infierno o cielo que cada uno habita. "Silencioso y profundo mirando pasar sus sombras".
La inmortalidad asoma su máscara al que se crea superior intelectualmente al resto. Un atrevimiento disimulado -el bostezo- del que no entiende nada y no encuentra confortable ningún rincón. El masculino furtivo extasiado ante tanto punzantes tacones, bocas brillantes de labiales escarchados y húmedos que no resistirán el intento del primer beso. Flota en el aire un olor a positos de fuentes estancados a la promesa de un par de horas que están por llegar.
En la mesa empieza a eclipsarse el orden del decorado, las copas promiscuas empiezan a rodar de boca en boca, unos dedos atinan a tomar una copa de dudosa procedencia, acompañado de un susurro de indiferencia informal: -Esta es la mía-.
Alguien se despide pensando en la rutina de mañana, otros fantasean con amanecer en otra cama, agujereados por un punzante tridente. Agotados, abrirán sus ojos a un techo desconocido, a unas sabanas impregnadas de olores conocidos. Transcurre la noche...y las señoritas de Avignon, toman "Vino y mordisquean Fondue"
Texto: Reina Moreno
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