Entrada de TERESA EGAÑA
Se sabe que hace unos 5.000 años AC, quizás antes, los grupos sociales culturalmente mas desarrollados rendían culto a la GRAN DIOSA. Su fuerza femenina y poder brotaba de lo mas profundo de la Tierra, conectada eternamente con la Naturaleza y su fertilidad. Ella era la responsable del amor, de la creación y destrucción de la vida, y así como la adoraban, le temían. La Naturaleza y sus frutos eran sagrados. Los humanos tendían a apreciar una sociedad igualitaria que les permitiera trabajar y crear juntos para así sobrevivir.
La Gran Diosa era llamada por tantos nombres… Astarté, Ishtar, Inanna, Nut, Isis, Astoreth, Nina, Nammyu… y era representada por símbolos como la culebra y la paloma… ah, si… y siempre la Luna blanca. Omnipotente e inmortal, tenía amantes no para procrear, sino para amar con placer. Los dioses masculinos no existían aún.
Normalmente las mujeres, “vasijas vivientes” del poder de dar vida, estaban a cargo de los rituales purificadores, de las oraciones y las danzas, del bienestar de la comunidad, y del pensamiento divino. Los hombres concentraban su poder físico e inteligencia práctica en cazar, proteger, construir… y dirigían su poder creativo hacia el arte, de importancia divina entonces, y sus manifestaciones ligadas al mar y la tierra. Morir era cotidiano… vivir, un asunto de suerte o del mas fuerte. Las duplas sagradas eran simples: “caos - paz, vida – muerte”.
Estaba claro que la evolución posaba en manos de lo femenino, y el desarrollo de lo masculino… siempre y cuando la Diosa lo permitiera.
Sí, estaba claro.
Con las invasiones indo-europeas y sus caballos, armas y codicia… con la conquista de territorios por sociedades semi-nómadas y convencidas de su superioridad… con los ataques de los amantes de la guerra, aparece el pensamiento religioso dirigido hacia el cielo e ideológicamente masculino. La Gran Diosa fue destronada, y sus poderes divididos entre los dioses masculinos; su divinidad fue fragmentada en diferentes diosas inferiores y supeditadas a la deidad masculina… y la violación apareció por vez primera en los mitos de las deidades.
Entonces la imagen de lo femenino se marchitó quedando en un segundo plano, arrastrando a toda hembra humana a dicha condición. La supresión de los ritos femeninos invitó a la anulación de la presencia de la mujer en el pensamiento religioso. Sus derechos sociales y demás fueron revocados lentamente.
El hombre obtuvo su valía a través de su muerte o heroísmo, victoria o dolor… pues ahora era el sacrificio humano constante, sin derecho a amar o descansar, sin hogar ni suavidad. La mujer --- ahora sólo doncella, esposa o madre --- condenaba a sus hermanas rebeldes, aquellas que elegían ser tentadoras o estudiosas o creativas o espirituales.
La Naturaleza fue considerada un territorio por dominar, un desafío al poder de la inteligencia masculina, y el “amor-castigo” fue la nueva dupla sagrada que dominaba la consciencia humana. Sacrificios, y no rituales purificadores, se expandieron por las comunidades. El miedo a la venganza y a los caprichos de las deidades se hizo mas y mas evidente, pues los Dioses fueron creados a imagen y semejanza de los hombres, y su conexión era con la naturaleza volátil humana, y no con la Madre Tierra.
Un poco después… judíos, cristianos, musulmanes… colores de piel, procedencia y nacimiento… razones suficientes para amarnos o despreciarnos.
Estaba claro que la religión, la conquista y desarrollo eran asunto de la superioridad masculina; y que la pro-creación, la vulnerabilidad y el hogar pertenecían a lo femenino.
Y así nacieron las “guerras santas”… y nosotros.
Sí, ha estado claro.
Mas cercano al ahora, la medicina asombrosa comienza a operarnos, los descubrimientos científicos a empujarnos, los divorcios a multiplicarse, los estudios a agitarnos, y la soledad a recordarnos que requerimos de alguna Fé que explique el por qué.
De pronto, el resurgir del pensamiento ecológico, la consciencia de los derechos humanos y caminos semejantes siembran rebeliones, resistencia y nuevas leyes. Algo de compasión comienza a expandirse en los humanos; mucho de hastío ante la ausente equidad asume el mando social en gran cantidad de comunidades y naciones; la espiritualidad y no la religiosidad se pone en voga; la mujer “se cansa de no ser sin saber quién ser”, y los hombres simulan entender y adaptarse.
Puede que sea un tiempo de transición y desorientación, de rescate y reconciliación. Un momento eterno de reflexión ante lo divino, de reajuste social y de género, de malos-entendidos y reclamos, mientras tratamos de comprender lo verdadero mas que a la verdad… buscando volver a nacer sin saber quién es la Divina Madre esta vez… o el Padre Todopoderoso? ¿Estaremos hablando de un tal DIOS? Y es que ahora la guerra es interna, y la víctima (como siempre) es el alma.
Sí, nada está claro.
¿Será que la unión hace la fuerza, que el balance de dos historias puede dar a luz lo perfecto entre lo humano y la Naturaleza? ¿Será que lo convencional y lo alternativo, la tecnología y la Madre Tierra, la divinidad femenina y la masculina, lo ancestral y lo actual, el hombre y la mujer, pueden ser las nuevas duplas sagradas? ¿Será que lo verdadero se encuentra en lo mas profundo de la Tierra, en lo mas profundo de nuestro Ser?
Sí, todo estará claro.
EN LO MAS PROFUNDO DE LA MADRE TIERRA
Publicado por
MUJERES MAGDALA
diciembre 26, 2009
Etiquetas: DIOSA TIERRA
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